viernes, 15 de abril de 2011

Tanto tienes, tanto vales; nada tienes, nada vales.

Los medios de comunicación de masas son por definición instituciones, públicas o privadas, destinadas a informar a un público. Está claro que el fin de todo medio de comunicación es transmitir una información a un posible público interesado y, ciertamente, hasta aquí estoy de acuerdo, pero ¿qué pasa cuando se entrelaza el objetivo, en apariencia social, con intereses económicos y/o políticos?, ¿qué diferencia hay con cualquier otra empresa cuyo objetivo son los beneficios? Simple, ninguna.

Al igual que toda empresa instaurada en las bases de este nuestro sistema, el capitalismo, lo que más se mira es: o la moneda o qué personas me la van a proporcionar y qué intereses tenemos en común. Por ello a lo que nosotros llamamos índices de audiencia ellos lo llaman “preocupación social”. En realidad no les interesa tenernos informados, no, les interesa tenernos enganchados, suscritos, encaminados…Nos impactan y seducen morbosamente con imágenes de desastres o verdaderas carnicerías porque saben que nos atraen. Clasifican y escogen la información en base a sus ideologías políticas e intereses económicos que luego nos transmiten como “verdadera realidad”, pero no nos engañemos, aunque al igual que tras las películas se esconde todo un completísimo reparto que velan por la naturalidad y verosimilitud con la realidad, en los medios de comunicación pasa igual. Nos enseñan que donde hay mediación no puede haber verdad, sino una interpretación. Uno solución perfecta por parte de los medios de comunicación, todo sea dicho, pero bajo esa “interpretación inocente”, como hemos dicho antes, se esconde la verdadera instancia enunciativa: el dinero.

Como dijo Hamlet en la tragedia escrita por William Shakespeare:

"Cuantas veces con el semblante de la devoción y la apariencia de acciones piadosas engañamos al diablo mismo".

Los medios, en especial los tradicionales, buscan el beneficio ¿por qué ocultarlo? Son empresas, es un hecho; y estas empresas no viven de la veracidad, sino del precio que pagan por sus espacios publicitarios. Y dicho esto ¿quién cree que la parrilla televisiva se basa en la relevancia o impacto social que un hecho provoca en la sociedad? La parrilla televisiva mensual se basa en todo aquello que pueda atraer a telespectadores y subir índices de audiencia, y con ello, “hacerse el agosto” tantas veces al año como les sea posible.

La relación que une a la publicidad con los medios de comunicación es necesaria. Es la herramienta hegemónica y legítima de transmitir “información” y entretenernos al mismo tiempo, pero con abundantes lapsos de espacios publicitarios cargados con las últimas técnicas en persuasión social. Todo un mecanismo creado con el aparente propósito de disuadirnos y entretenernos, y para colmo, comunicárnoslo. Es toda una realidad virtual, como en la película Matrix, donde todo está previsto para que nos entretengamos y pasemos el rato. De lo que no parecemos darnos cuenta es que ese rato es nuestra vida: Nos dejamos consumir, trabajamos y encima pagamos por ello.

Nos dicen cómo ver, cómo sentir, cómo vestir y cómo comportarnos –todo un programa docente- para hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. ¿A alguien le quedan dudas acerca del poder de diversificación social de los medios? Nos inculcan sutilmente un estilo de vida, un estado del bienestar, donde todo es posible y nada seguro. Un estado permanente de retroalimentación económica donde todo está montado para extraer el máximo beneficio a eso que antes hemos llamado “pasar el rato”. En otras palabras, nuestras vidas son su negocio y la única forma de mantenerlo es entretenernos, persuadirnos y acabar comprando.

Para ir finalizando, me basaré en mi último trabajo en el que cité a Hobbes: "El hombre es un lobo para el hombre". Al igual que entonces no puedo obviar el mérito a la transparente evidencia. La evidencia de un ser egoísta. Todos miramos por nuestros propios intereses, y como mucho por el de nuestros allegados, y por ello el sistema funciona como funciona y se basa en lo que se basa, en el bienestar individual; y después, si sobra, en el bienestar de los demás.

Me gustaría concluir con un fragmento del conocido grupo Ska-p, porque creo que la solución no está en la publicidad, sino en el nivel de concienciación social de cada individuo en particular y de la sociedad en global.

Voy a gritar, quiero despreciar tanta mediocridad
No quieres sentir, no quieres ver, no quieres escuchar.
La fuerza del poder y del capital desgarrará tu condición.
Estamos aquí nos hacemos ver. Todos contra el poder.
Tened fe, seguimos en pie.
[…]
La conformidad de esta sociedad ante la vil barbaridad,
me hace pensar, me hace meditar es el camino a no llevar.
Tened fe, seguimos en pie.
La utopía es una cerveza fría, bebed,
para calmar vuestra sed.


Rubén Gil Cebrián

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