jueves, 19 de mayo de 2011

Lo que nadie quiere decir


Parece que hoy en día la profesión de publicista esta mal vista. Todos nos quejamos sobre la “tiranía” de esta profesión, del poco sentimiento que tienen los profesionales de la publicidad. Es decir, a todos nos parece que estamos manipulados, que vivimos bajo la sombra de unos pocos empresarios gordos que controlan en mundo y con ello nuestras vidas, y que la publicidad más la banca son sus perros que hacen de la sociedad balie al son que ellos quieren.



Todos, incluyéndome a mí mismo, decimos que la publicidad nos controla y nos manipula para que consumamos, que compremos y con ello que vivamos bajo un consumismo exagerado que no hace más que proporcionarnos problemas tan grandes como; qué me puedo comprar con el dinero que tengo en el banco, o cuántas horas tengo que trabajar para poder comprarme una casa y varias preguntas de este tipo.

Por eso me atrevo ha decir que la publicidad es la culpable de muchos problemas de la sociedad, sino de forma principal, es la causante de que se refuerces estos problemas. Como por ejemplo es la que refuerza los estereotipos de la sociedad, ya sea para bien o para mal, o la que por otra parte crea frustración social en forma de problemática cuando una persona no puede llegar a conseguir un artículo, es decir, un bien o servicio que ha visto anunciado y que la publicidad le ha convencido que es algo primordial para su vida. También nos encierra, tal y como he dicho antes, en un consumismo que parece no tener fin.

En definitiva la publicidad es algo que todos en mayor o menor medida “odiamos” o creemos que es la causante de nuestros problemas, o si no es así, es a la que causamos todos nuestros problemas.

Pero mi pregunta es, ¿Tan culpable es la publicidad? Y si es cierto ¿Por qué no podemos vivir sin ella? Y en cualquier caso, ¿Es normal que siendo la causa de todos los problemas de la sociedad, porque tantos jóvenes quieren llegar a formar parte de este mundo?




Hay muchas respuestas y más teorías aún que pueden resolver o al menos intentar resolver estas cuestiones. Pero cierto es que habrán tantas respuestas como personas en el mundo, ya que cada uno podrá creer lo que quiera acerca de este tema.

Como conclusión diré que solo encuentro dos alternativas a estas respuestas:
1.      Que aunque nos duela mucho la publicidad es el motor de nuestro mundo, sin ella no tendríamos mercados ni la calidad de vida que tenemos hoy en día. Y admitámoslo, hay pocas personas que podrían sobrevivir a base de lo que sus manos cultivan y cazan.
2.      El hecho que nos atraiga tanto de este mundo es que esta la creencia que si puedes llegar lejos en la publicidad, o al menos  tener una buena posición viviremos bajo un mundo de dinero, fiestas y glamour. Lo que me lleva a la conclusión de que lo que realmente nos atrae es poder cambiar de clase social. 


Juan Luis Peris Girona

martes, 17 de mayo de 2011

Clases sociales; hay, han habido y siempre habrán.




Altos, bajos, guapos, feos, gordos, delgados... son cosas que preocupan a la sociedad de hoy en día, aunque más que preocuparla, es lo que mueve a la sociedad.

Pero al fin y al cabo todo esto no son más que estereotipos que podemos encontrar hoy en día. Lo que realmente importa dentro de la sociedad es donde nos situamos. Es decir, uno podrá ser como quiera ser, pero lo que realmente mueve a la sociedad es la posición que tengas dentro de la misma sociedad.

Las personas nos dividimos, nos dividiremos y siempre nos hemos divididos según la clase social a la que pertenecemos. Desde siempre han existido clases, desde Roma, en la Edad Media, en la Era Industrial o en el siglo XXI.



Nos movemos por y para este fin, lo único que pretendemos es ser de una clase social más alta a la que somos, o como mínimo queremos intentarlo. Eso lo ha visto y lo explotado de una forma magnifica la publicidad, ya que a partir de este punto a basado muchas de sus campañas y con ello a creado falsas expectativas en las personas, haciéndoles creer que por utilizar un determinado producto serán o aparentaran lo que quieran ser. Como ejemplo pondremos los anuncios de Ferrero Rocher y de Freixenet, que lo intentan decirte es que bombones y cavas hay muchos, pero sin duda lo más elitista y por ello mejor son sus marcas, ya que las utilizan las personas más ilustres del mundo





Todo este movimiento de intentar aparentar lo que no se es ha creado que cada vez más la sociedad este a los pies de los grandes empresarios y poco a poco sin darnos cuenta estamos haciendo una brecha más y más amplia entre las sociedades, ya que por nuestro afán de querer ser lo que no somos consumimos cosas que no podemos permitirnos, y gracias ha esto los grandes empresarios engordan sus carteras y se crean más diferencias entre clases, lo que hace que volvamos al mismo de partida.


Juan Luis Peris Girona

lunes, 16 de mayo de 2011

Si no estudias no eres nadie, si no tienes dinero, tampoco.


En uno de esos momentos en los que te pones a revisionar series que veías hace bastante tiempo me he encontrado con un capítulo que me ha hecho volver a reflexionar sobre el sistema de clases, y todo gracias a la frívola y pseudofeminista "Sexo en Nueva York" y su capítulo "El sistema de clases". Quien quiera verlo, a pesar de que considere que esa serie no es para él/ella, echadle un vistazo, tiene puntos que vale la pena remarcar:
http://www.youtube.com/results?search_query=sexo+en+nueva+york+2x10&aq=f
 
En dicho capítulo de la vida de las cuatro solteras por excelencia de Manhattan, Carrie vuelve a relacionar sus tan extasiantes vidas sexuales y sentimentales con asuntos más filosóficos y sociales. En este caso, una de ellas, socia de un importante bufete de abogados comienza una relación más o menos seria con un "simple" camarero. Se entienden, se quieren y hay una poderosa química entre ellos, pero ella tiene que aceptar unos límites económicos si quiere que la relación funcione. Aquí comienza una relación en la que ella se siente mal por su éxito y él inferior, hasta que llega el día en el que ella tiene que asistir a una cena de negocios y él sólo tiene un "vulgar" traje de pana para llevar. Ella, decide regalarle un carísimo traje de 1800 dólares, pero él, dolido porque una mujer, al estilo de una madre, le invitase a un traje que estaba más al alcance de ella que de él, decide pagar con dos tarjetas y con un cheque. Cuando llegó el día de la cena, él se presenta con unos tejanos y una sudadera, diciéndole que ha devuelto el traje y que no puede continuar así, que siempre habrá cosas que le superen. Ella, le cierra la puerta.

Unos días antes de la ruptura, las cuatro amigas habían quedado en un spa para darse un gusto al cuerpo cuando la abogada, Miranda, saca el tema con un: "quiero disfrutar de mi éxito, no disculparme por él"; ahí comienza una charla mucho más profunda que un simple cotilleo mientras cuatro empleadas les hacen una pedicura arrodilladas a sus pies: ¿es Nueva York el nuevo Nueva Delhi? ¿Es posible salir con gente de otra clase social?

Se nos dice que hemos evolucionado, que hay menos desigualdad, que somos más abiertos y más tolerantes, pero parece ser que no es así. No es así cuando una diferencia en la clase social es motivo de romper una relación o peor, es motivo para, directamente, no comenzarla. Seguimos utilizando términos como "clase trabajadora u obrera", "clase alta" o "jet set". Lo único que nos diferencia de la India es que allí es tradición, aquí es economía y burocracia. ¡Ah!, hay otra diferencia: ellos lo asumen, nosotros no; lo disimulamos con comportamientos políticamente correctos y con velos en forma de reformas sociales, pero seguimos teniendo etiquetas que nos colocan en el lugar que nos corresponde por nacimiento.

Pero, ¿qué le vamos a hacer si nos relacionamos con gente que son como nosotros? No nos agrupamos con gente con la que compartimos gustos en cuestión de música o comida. Sólo coincidimos con gente de otras clases sociales en la calle y sino en restaurantes, tiendas u hoteles, pero siempre uno desempeña un rol que hace que su status quede totalmente claro y que rehuyamos de relacionarnos con él/ella, incluso infravalorándolo. Nos olvidamos de que detrás de un delantal puede haber una persona mucho más interesante que cualquier inversor de bolsa. En un sistema de castas no puede haber una relación entre personas de distintas castas, pero aquí tampoco nos gusta: sea porque la otra persona no está educada igual que nosotros o sea porque no viste igual. A pesar de ello, siempre hay parejas que intentan llevar a cabo una relación de este tipo y pueden ocurrir varias cosas dependiendo del caso:

Nos podemos encontrar con un hombre acaudalado con una mujer de clase media o baja, en esta situación, se une la desigualdad al machismo, se junta el hambre con las ganas de comer. Ella será una aprovechada y socialmente estará mal visto; y si encima la mujer es sudamericana o asiática... no hace falta decir lo que la gente puede llegar a pensar. Luego hay una variación de este tipo de relación en la que no está mal visto, incluso es normal, ya que es totalmente comprensible que sea el hombre el que traiga el dinero a casa o que simplemente gane más dinero que la mujer. 

En el caso contrario, nos encontramos con una mujer que gana más dinero que su pareja (el caso que he explicado anteriormente), en el que el hombre, debido a la sociedad patriarcal en la que seguimos viviendo, se sentirá poco realizado, mantenido y, en pocas palabras, poco hombre, llegando a un punto en el que la mujer se sienta culpable por tener éxito profesional.

Dentro de estos casos, hay relaciones que, en lugar de admitir que son diferentes, correrán un tupido velo e intentarán que lo suyo funcione, pero será una relación abocada al fracaso o a la infelicidad porque uno de los dos tendrá que adaptarse al estilo de vida del otro, cosa que normalmente será hacia el que esté más alto en el escalafón social.

En resumidas cuentas, nuestro querido sistema de clases no es tan abierto como creemos, y no es sólo cuestión de dinero, es cuestión de que hemos utilizado el dinero para mantener un sistema de clases que existe desde tiempo inmemoriales, pero hay una parte de nosotros llamada "conciencia" que nos hace renegar de la realidad.

Volviendo a una entrada anterior, esas etiquetas de las que hablaba unas líneas más arriba, son ahora los públicos objetivos. La publicidad refuerza, además de estereotipos, clases sociales, por mucho que intente hacer que escalemos posiciones, porque acabamos endeudándonos por querer tener lo que sólo los de la más alta clase puede alcanzar. Es todo un maldito bucle. Así que, como muy bien dijo el excéntrico Woody Allen en una entrevista a la revista Magazine: "seré pesimista, pero somos una raza con fecha de caducidad. Tanto odio, tanta frustración y tanta desigualdad nos van a abocar a la desaparición, como en su momento pasó con los dinosaurios".




Leticia Soler López


Entornos

Hola, hoy hablaré de los entornos de una empresa y como estos afectan directamente a su funcionamiento, crecimiento y evolución.

El entorno de las empresas, en este caso automovilístico, está formado por  una serie de elementos externos y no controlables, que afectan o pueden afectar a su evolución. Los clasificamos en elementos del macroentorno (también llamado entorno genérico).
Dentro del macroentorno, los factores a considerar son:

Entorno demográfico: el aumento de la población, hace que los gustos sean más variados y como consecuencia, la oferta que los satisfaga, debe ser igual. Los fabricantes, son conscientes de los deseos, cada vez más personales, de sus clientes y tienden a diferenciarse.
Por ejemplo: En los hogares se ha pasado de poseer un solo coche, a tener un segundo e incluso un tercero o más, lo que aumenta las ventas y las oportunidades. La edad es otra variable a tener en cuenta, ya que la gente joven, tiende a personalizar y eso abre un nuevo mercado. La diversidad étnica no es una causa que motive ésta evolución, ya que los emigrantes, suelen tener poca capacidad económica.

Entorno económico: el producto que contempla un sobrecoste, como un coche, es propio de las personas que tienen sus necesidades básicas cubiertas, que tienen un buen nivel de renta que les permite acceder a ellos, luego es a ese público, al que va dirigido el automóvil personalizado. En los momentos actuales, pese a los bajos tipos de interés, la disminución de la renta en general en las familias, motivado por la crisis (etapa del ciclo económico), es un freno para el mercado de estos productos. El tipo de cambio, no tiene incidencia en Europa, al ser un producto que se produce dentro de ella, de forma mayoritaria, si puede representarlo para el mercado inglés, donde la libra ha tenido una lata depreciación. Tampoco actualmente, la inflación supone un factor a considerar, ya que es muy baja, rozando la deflación en algunos países, pero la difícil coyuntura económica, prima sobre ella y no facilita la venta del producto y más en sociedades con un paro importante en su población, con una tendencia incierta en la creación de empleo.
Desde luego la variable fundamental a considerar, será el ciclo económico, en estos momentos, ya que Europa se halla en plena depresión, sin visos de una clara recuperación, no así Estados Unidos, lo que obligará a los fabricantes de coches, a adecuar su marketing a las circunstancias, ya que los potenciales clientes, tenderán a cubrir las necesidades prioritarias y a posponer compras de bienes duraderos de alto coste.

 Entorno sociocultural: La incorporación de la mujer al trabajo, ha producido un aumento de salario en los hogares, lo que el aumento de ingresos, al ser dos las fuentes de los mismos, tienen una mayor posibilidad de compra, pero ya hemos visto en el apartado anterior, que la situación actual, está llevando a las economías domésticas a situaciones de alto desempleo y que muchos hogares hayan perdido ese segundo ingreso, cuando no los dos.

Entorno del medioambiente: Es una variable que influya en la compra, ya que es lo que se oferta en cada lugar concreto Poniendo un ejemplo de ropa, el medioambiente delimita que clase de ropa se va a vender. Si nos encontramos en la Antártida es evidente que la ropa será de invierno y lo contrario en climas cálidos. De todos modos la ropa en un bien necesario y este nunca dejara de consumirse, en todo caso esto afectaría a la moda.

Entorno tecnológico: un nuevo producto atrae a los públicos y el acceso a través de Internet ayuda y produce cambios en el mix de marketing.

Entorno político y legal: Variable que no debe condicionar a los fabricantes, ya que no hay alteración de las normas ni leyes.

Victoria Sampietro Tolosana


miércoles, 4 de mayo de 2011

LA VIDA, UN VICIO CARO

¿Qué es la vida? No hay definición, o puede que haya multitud de ellas. La vida es, como bien decía el filósofo alemán Friedrich Nietzsche, un lienzo en blanco donde cada uno elige su propia creación: esboza su vida, la colorea y termina su obra como quiere. Sin marcos ni limitaciones, arte en estado puro y libre. Una expresión de nuestra naturaleza, sin represión creativa para actuar. Pero esto sería un estado de naturaleza, impropio de la civilización y de toda forma de sociedad. El poder residiría únicamente en la fuerza de los individuos. La vida, al final, consistiría en sobrevivir, en sobrevivir al poder y a la naturaleza. Dos metas a alcanzar en la vida de todo hombre desde sus albores.

Como vemos la manipulación social ha existido, al igual que la diversificación social, desde que existe el ser humano. En principio con teorías religiosas, que se solapaban con el feudalismo para más tarde evolucionar a partidos políticos sometidos al poder de la moneda. Como todo, los distintos sentidos de la vida han ido evolucionando siempre, desde el principio hasta el día de hoy. Son obras de arte repetidas, clonadas, copiadas o corregidas de artistas de la época. Todos hemos copiado sus proyectos de vida al considerarlos correctos ética y moralmente. Sometidos a una idea de Poder, Dios y Padre omnipotente, que todo lo ve y nada puede.

Toda una evolución en busca del estado de felicidad y bienestar. Y hasta aquí hemos llegado, al “estado de bienestar”.  Una sociedad que se basa en el disfrute consumista como meta en la vida. Hemos dejado atrás el honor, la honestidad y la valentía por la ambición material, la hipocresía social y nuestra lealtad a un sistema consumista. ¿No vemos que siempre hemos estado a la sombra de algo o alguien? Nos dicen que somos libres, pero lo cierto es que somos tan libres como antaño. Nos permiten ciertas libertades, es cierto, pero la finalidad de nuestras vidas no varía. Somos seres ambiciosos y, debido a ello, seguimos enganchados a esta matriz capitalista, donde hay infinitud de objetivos pero un único camino para alcanzarlos: servir de mano de obra barata a los verdaderos “dueños” de este mundo, las multinacionales.

Lo que no podemos negar es que hoy en día la vida no se basa en sobrevivir -aunque con el actual estado de la economía mundial no sabría qué decir-, es un vicio que se encarece día a día. Siempre encontramos una razón u otra para gastar, y lo peor de todo es que de lo contrario nos sentimos insatisfechos y desgraciados, insignificantes en relación a nuestros semejantes que sí que pueden disfrutar de una vida lúdica. Hemos cambiado una vida honesta cuyo objetivo era disfrutar de los pequeños placeres de la vida por una vida en la que trabajamos para poder vivir. En resumidas cuentas, en un vicio tan costoso como, normalmente, innecesario. Vivimos para pagar nuestros antojos, nuestros caprichos y acallar nuestra sed de ser algo en la vida.

No eres por cómo eres, sino por lo que tienes. He aquí la gran verdad. Somos seres materialistas, con ambiciones materiales y ansias de poder; incrustados en una red elitista, que si bien predica con la amnistía y la cooperación entre iguales, la realidad contempla la masacre y la destrucción como resultado de nuestro afán capitalista. No queremos ser buenas personas, sino buenos ideales económicos. Un prototipo para alardear y convencer a la plebe de que, con esfuerzo -y dinero- todo se puede.

En definitiva “aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los cómos.”
                                                                                                                                       Friedich Nietzsche

Rubén Gil Cebrián