viernes, 18 de febrero de 2011

Consume y serás feliz

Puede que lo que vaya a decir suene hipócrita, pero no me importa, me estoy abriendo paso en este mundillo por otras razones: señoras y señores, somos esclavos de la publicidad.

Hace un tiempo fui a tomar algo con unos amigos, una simple "noche de copas". A uno de ellos se le ocurrió ir a un pub del que habíamos oído hablar muy bien... salimos a la media hora: nuestro presupuesto de toda la noche se había evaporado en lo que llamamos coloquialmente dos cubatas; salimos enfurecidos y despotricando sobre el dueño cuando uno de mis amigos me miró y me dijo literalmente "no ha sido tan caro, hay sitios en Valencia donde un cóctel te cuesta hasta 12 euros, y el sitio estaba muy bien". ¡12 euros!

Simplemente pretendo con esta anécdota que recapacitemos un momento y admitamos, de una vez por todas, el poder de la publicidad y su capacidad para hacernos caminar en la misma dirección, como simples borregos. La publicidad hace que paguemos 200€ por unos vaqueros rotos, la publicidad hace que, como he dicho antes, creamos que es perfectamente normal pagar 12 euros por una copa que al dueño le ha costado 10 veces menos por el simple hecho de que el servicio, la localización e incluso el ambiente es bueno. Bienvenidos al mundo de los intangibles, bienvenidos al mundo del valor añadido, un valor que, por supuesto, pagamos cada uno de nosotros, ¿y por qué? Porque nuestra querida y estimada publicidad nos lo dice, mejor dicho nos lo inserta en lo más recóndito de nuestro cerebro, interactuando con nuestros instintos básicos y obligándonos a seguir a la multitud para no ser diferentes, para no desentonar.

Aunque llegando más lejos, me atrevería a decir que nuestra sociedad no va a salir nunca de la nefasta estratificación que sufrimos si no aprendemos a dirigir un poco nuestras vidas y a tomar la publicidad conforme lo que es: persuasión, manipulación, ventas y, en último término, satisfacción de necesidades. 

La publicidad te incita a consumir algo que no necesitas, algo de lo que podrías prescindir, algo que sólo te hace necesitar más y más, siempre alentados por el vecino, por aquél que tiene más y, por ello, parece más feliz. That's the question. PARECE más feliz. La publicidad se sustenta en eso, en recordarte día a día lo infeliz que eres, lo vulgar que eres, pero oye, no te deprimas, la publicidad te da una solución, irónicamente una solución al problema que ella misma te ha creado: cómprame y serás feliz. 

Tomad como ejemplo Coca Cola, un gran imperio sustentado en un simple refresco que se ha envuelto de una erótica increíble de secretismo, patriotismo y búsqueda de la felicidad… TODO INTANGIBLES.

Así que, volviendo a la estratificación de la que hablaba anteriormente, nos encontramos con individuos que ven en la publicidad una posibilidad de ascender socialmente y de cumplir un sueño que creen suyo, pero que es la misma publicidad la que les hace anhelar esa meta que, curiosamente, sólo se alcanza consumiendo más y más hasta llegar al punto álgido del capitalismo: la deuda, la temida deuda. No me malinterpretéis, me gusta que la gente aspire a algo, es necesario tener una meta, pero esta meta no tiene que alcanzarse con dinero y bienes materiales y mucho menos imponerse. Hoy en día te endeudas por un coche, por una casa, hasta por una televisión de 42”, pero no importa, es el único medio para llegar a ser feliz y para llegar a ser de la “jet set”, pero lo único que haces es endeudarte, perder dinero y quedarte donde estabas antes de confiar en la publicidad. Te frustras y menosprecias, y la publicidad lo sabe, se aprovecha de ello.

La publicidad no tiene límites, ni siquiera los inservibles límites legales la pueden parar, sólo depende de nosotros discernir lo real de lo irreal.

Ésta es mi visión del mundo dirigido por la publicidad, un mundo en el que se nos ha privado del pensamiento, aunque cuando digo esto en voz alta y lo comparto, la gente suele preguntarme: Entonces, ¿por qué Publicidad y Relaciones Públicas? Y siempre digo lo mismo: ¿Para qué nos vamos a engañar? La publicidad es creativa, no es para nada estática y tiene esa erótica del poder y control que atrapa; ahora que sé de lo que es capaz la publicidad, quiero dedicarme a esto.

No me considero una manipuladora sin sentimientos por querer trabajar como publicitaria, la gente sigue siendo libre de decidir si quiere algo o no, simplemente es cuestión de tener dos dedos de frente.


Leticia Soler López

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