miércoles, 16 de febrero de 2011

Érase una vez la publicidad


¿Nadie se ha preguntado qué es la publicidad? ¿Qué objetivos tiene? ¿Por qué actuamos como lo hacemos?

Cierto es que la publicidad es casi tan antigua como el comercio, sin embargo adentrarnos tanto en la historia no viene a cuento en este blog. En esta pequeña introducción a la sociedad de consumo nos centraremos únicamente en el paso de la publicidad meramente racional a la publicidad emocional. Siempre se habían utilizado los tangibles de un producto para venderlo y diferenciarlo del resto, pero fue a finales de la 2ª Guerra Mundial cuando se empezaron a utilizar las emociones para conseguir ventas.

Pongamos al ser humano como un ser de aspiraciones, con una serie de motivaciones inconscientes que rigen y dan sentido a nuestra vida. Estas aspiraciones o instintos son el objetivo de la nueva publicidad del siglo XX, se basa en apelar a los sentimientos e instintos más primitivos del hombre. Una de las teorías más influyentes de la época fueron las teorías del psicoanálisis, una teoría que, en principio, creía poder indagar en la parte más íntima y vulnerable de las personas. Sin embargo este no es nuestro objeto de estudio, de modo que nos contentaremos con citarlo. De modo que una vez los publicitarios podían relacionar un producto con ciertos instintos primitivos, el proceso de venta estaba asegurado, creando una diferenciación social. Quien tenía el dinero podía satisfacer esos impulsos, sin embargo, aquellas personas que no, se veían obligadas a trabajar dentro de un sistema con el fin de poder satisfacer lo que otros ya poseían. De aquí el principio de la diferenciación social, que si bien es más antiguo que la publicidad misma, no deja de ser necesario en este análisis. 

Sin necesidad de extenderme más, hay que entender la diferenciación social como un factor necesario en la sociedad. Crear aspiraciones o ideales para que otros crean que pueden alcanzarse es la base de la publicidad actual. Un juego muy bien montado por varios motivos. El primero, porque se dota de un sentido a la vida, la vida se basa en conseguir algo o convertirnos en alguien. El problema es que nunca nos satisfacen plenamente, siempre queremos más. Y en segundo lugar, es el arma de manipulación social por excelencia. Mientras las personas se preocupan por satisfacer sus deseos e instintos, se nos aparta de otros temas más relevantes de la vida social, como puede ser la política o la economía. Podríamos decir que simplemente es una estratagema de las élites por mantenernos ocupados, para no pensar y para dar un sentido a nuestra existencia, la búsqueda de la felicidad.

Rubén Gil Cebrián.

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