jueves, 19 de mayo de 2011

Lo que nadie quiere decir


Parece que hoy en día la profesión de publicista esta mal vista. Todos nos quejamos sobre la “tiranía” de esta profesión, del poco sentimiento que tienen los profesionales de la publicidad. Es decir, a todos nos parece que estamos manipulados, que vivimos bajo la sombra de unos pocos empresarios gordos que controlan en mundo y con ello nuestras vidas, y que la publicidad más la banca son sus perros que hacen de la sociedad balie al son que ellos quieren.



Todos, incluyéndome a mí mismo, decimos que la publicidad nos controla y nos manipula para que consumamos, que compremos y con ello que vivamos bajo un consumismo exagerado que no hace más que proporcionarnos problemas tan grandes como; qué me puedo comprar con el dinero que tengo en el banco, o cuántas horas tengo que trabajar para poder comprarme una casa y varias preguntas de este tipo.

Por eso me atrevo ha decir que la publicidad es la culpable de muchos problemas de la sociedad, sino de forma principal, es la causante de que se refuerces estos problemas. Como por ejemplo es la que refuerza los estereotipos de la sociedad, ya sea para bien o para mal, o la que por otra parte crea frustración social en forma de problemática cuando una persona no puede llegar a conseguir un artículo, es decir, un bien o servicio que ha visto anunciado y que la publicidad le ha convencido que es algo primordial para su vida. También nos encierra, tal y como he dicho antes, en un consumismo que parece no tener fin.

En definitiva la publicidad es algo que todos en mayor o menor medida “odiamos” o creemos que es la causante de nuestros problemas, o si no es así, es a la que causamos todos nuestros problemas.

Pero mi pregunta es, ¿Tan culpable es la publicidad? Y si es cierto ¿Por qué no podemos vivir sin ella? Y en cualquier caso, ¿Es normal que siendo la causa de todos los problemas de la sociedad, porque tantos jóvenes quieren llegar a formar parte de este mundo?




Hay muchas respuestas y más teorías aún que pueden resolver o al menos intentar resolver estas cuestiones. Pero cierto es que habrán tantas respuestas como personas en el mundo, ya que cada uno podrá creer lo que quiera acerca de este tema.

Como conclusión diré que solo encuentro dos alternativas a estas respuestas:
1.      Que aunque nos duela mucho la publicidad es el motor de nuestro mundo, sin ella no tendríamos mercados ni la calidad de vida que tenemos hoy en día. Y admitámoslo, hay pocas personas que podrían sobrevivir a base de lo que sus manos cultivan y cazan.
2.      El hecho que nos atraiga tanto de este mundo es que esta la creencia que si puedes llegar lejos en la publicidad, o al menos  tener una buena posición viviremos bajo un mundo de dinero, fiestas y glamour. Lo que me lleva a la conclusión de que lo que realmente nos atrae es poder cambiar de clase social. 


Juan Luis Peris Girona

martes, 17 de mayo de 2011

Clases sociales; hay, han habido y siempre habrán.




Altos, bajos, guapos, feos, gordos, delgados... son cosas que preocupan a la sociedad de hoy en día, aunque más que preocuparla, es lo que mueve a la sociedad.

Pero al fin y al cabo todo esto no son más que estereotipos que podemos encontrar hoy en día. Lo que realmente importa dentro de la sociedad es donde nos situamos. Es decir, uno podrá ser como quiera ser, pero lo que realmente mueve a la sociedad es la posición que tengas dentro de la misma sociedad.

Las personas nos dividimos, nos dividiremos y siempre nos hemos divididos según la clase social a la que pertenecemos. Desde siempre han existido clases, desde Roma, en la Edad Media, en la Era Industrial o en el siglo XXI.



Nos movemos por y para este fin, lo único que pretendemos es ser de una clase social más alta a la que somos, o como mínimo queremos intentarlo. Eso lo ha visto y lo explotado de una forma magnifica la publicidad, ya que a partir de este punto a basado muchas de sus campañas y con ello a creado falsas expectativas en las personas, haciéndoles creer que por utilizar un determinado producto serán o aparentaran lo que quieran ser. Como ejemplo pondremos los anuncios de Ferrero Rocher y de Freixenet, que lo intentan decirte es que bombones y cavas hay muchos, pero sin duda lo más elitista y por ello mejor son sus marcas, ya que las utilizan las personas más ilustres del mundo





Todo este movimiento de intentar aparentar lo que no se es ha creado que cada vez más la sociedad este a los pies de los grandes empresarios y poco a poco sin darnos cuenta estamos haciendo una brecha más y más amplia entre las sociedades, ya que por nuestro afán de querer ser lo que no somos consumimos cosas que no podemos permitirnos, y gracias ha esto los grandes empresarios engordan sus carteras y se crean más diferencias entre clases, lo que hace que volvamos al mismo de partida.


Juan Luis Peris Girona

lunes, 16 de mayo de 2011

Si no estudias no eres nadie, si no tienes dinero, tampoco.


En uno de esos momentos en los que te pones a revisionar series que veías hace bastante tiempo me he encontrado con un capítulo que me ha hecho volver a reflexionar sobre el sistema de clases, y todo gracias a la frívola y pseudofeminista "Sexo en Nueva York" y su capítulo "El sistema de clases". Quien quiera verlo, a pesar de que considere que esa serie no es para él/ella, echadle un vistazo, tiene puntos que vale la pena remarcar:
http://www.youtube.com/results?search_query=sexo+en+nueva+york+2x10&aq=f
 
En dicho capítulo de la vida de las cuatro solteras por excelencia de Manhattan, Carrie vuelve a relacionar sus tan extasiantes vidas sexuales y sentimentales con asuntos más filosóficos y sociales. En este caso, una de ellas, socia de un importante bufete de abogados comienza una relación más o menos seria con un "simple" camarero. Se entienden, se quieren y hay una poderosa química entre ellos, pero ella tiene que aceptar unos límites económicos si quiere que la relación funcione. Aquí comienza una relación en la que ella se siente mal por su éxito y él inferior, hasta que llega el día en el que ella tiene que asistir a una cena de negocios y él sólo tiene un "vulgar" traje de pana para llevar. Ella, decide regalarle un carísimo traje de 1800 dólares, pero él, dolido porque una mujer, al estilo de una madre, le invitase a un traje que estaba más al alcance de ella que de él, decide pagar con dos tarjetas y con un cheque. Cuando llegó el día de la cena, él se presenta con unos tejanos y una sudadera, diciéndole que ha devuelto el traje y que no puede continuar así, que siempre habrá cosas que le superen. Ella, le cierra la puerta.

Unos días antes de la ruptura, las cuatro amigas habían quedado en un spa para darse un gusto al cuerpo cuando la abogada, Miranda, saca el tema con un: "quiero disfrutar de mi éxito, no disculparme por él"; ahí comienza una charla mucho más profunda que un simple cotilleo mientras cuatro empleadas les hacen una pedicura arrodilladas a sus pies: ¿es Nueva York el nuevo Nueva Delhi? ¿Es posible salir con gente de otra clase social?

Se nos dice que hemos evolucionado, que hay menos desigualdad, que somos más abiertos y más tolerantes, pero parece ser que no es así. No es así cuando una diferencia en la clase social es motivo de romper una relación o peor, es motivo para, directamente, no comenzarla. Seguimos utilizando términos como "clase trabajadora u obrera", "clase alta" o "jet set". Lo único que nos diferencia de la India es que allí es tradición, aquí es economía y burocracia. ¡Ah!, hay otra diferencia: ellos lo asumen, nosotros no; lo disimulamos con comportamientos políticamente correctos y con velos en forma de reformas sociales, pero seguimos teniendo etiquetas que nos colocan en el lugar que nos corresponde por nacimiento.

Pero, ¿qué le vamos a hacer si nos relacionamos con gente que son como nosotros? No nos agrupamos con gente con la que compartimos gustos en cuestión de música o comida. Sólo coincidimos con gente de otras clases sociales en la calle y sino en restaurantes, tiendas u hoteles, pero siempre uno desempeña un rol que hace que su status quede totalmente claro y que rehuyamos de relacionarnos con él/ella, incluso infravalorándolo. Nos olvidamos de que detrás de un delantal puede haber una persona mucho más interesante que cualquier inversor de bolsa. En un sistema de castas no puede haber una relación entre personas de distintas castas, pero aquí tampoco nos gusta: sea porque la otra persona no está educada igual que nosotros o sea porque no viste igual. A pesar de ello, siempre hay parejas que intentan llevar a cabo una relación de este tipo y pueden ocurrir varias cosas dependiendo del caso:

Nos podemos encontrar con un hombre acaudalado con una mujer de clase media o baja, en esta situación, se une la desigualdad al machismo, se junta el hambre con las ganas de comer. Ella será una aprovechada y socialmente estará mal visto; y si encima la mujer es sudamericana o asiática... no hace falta decir lo que la gente puede llegar a pensar. Luego hay una variación de este tipo de relación en la que no está mal visto, incluso es normal, ya que es totalmente comprensible que sea el hombre el que traiga el dinero a casa o que simplemente gane más dinero que la mujer. 

En el caso contrario, nos encontramos con una mujer que gana más dinero que su pareja (el caso que he explicado anteriormente), en el que el hombre, debido a la sociedad patriarcal en la que seguimos viviendo, se sentirá poco realizado, mantenido y, en pocas palabras, poco hombre, llegando a un punto en el que la mujer se sienta culpable por tener éxito profesional.

Dentro de estos casos, hay relaciones que, en lugar de admitir que son diferentes, correrán un tupido velo e intentarán que lo suyo funcione, pero será una relación abocada al fracaso o a la infelicidad porque uno de los dos tendrá que adaptarse al estilo de vida del otro, cosa que normalmente será hacia el que esté más alto en el escalafón social.

En resumidas cuentas, nuestro querido sistema de clases no es tan abierto como creemos, y no es sólo cuestión de dinero, es cuestión de que hemos utilizado el dinero para mantener un sistema de clases que existe desde tiempo inmemoriales, pero hay una parte de nosotros llamada "conciencia" que nos hace renegar de la realidad.

Volviendo a una entrada anterior, esas etiquetas de las que hablaba unas líneas más arriba, son ahora los públicos objetivos. La publicidad refuerza, además de estereotipos, clases sociales, por mucho que intente hacer que escalemos posiciones, porque acabamos endeudándonos por querer tener lo que sólo los de la más alta clase puede alcanzar. Es todo un maldito bucle. Así que, como muy bien dijo el excéntrico Woody Allen en una entrevista a la revista Magazine: "seré pesimista, pero somos una raza con fecha de caducidad. Tanto odio, tanta frustración y tanta desigualdad nos van a abocar a la desaparición, como en su momento pasó con los dinosaurios".




Leticia Soler López


Entornos

Hola, hoy hablaré de los entornos de una empresa y como estos afectan directamente a su funcionamiento, crecimiento y evolución.

El entorno de las empresas, en este caso automovilístico, está formado por  una serie de elementos externos y no controlables, que afectan o pueden afectar a su evolución. Los clasificamos en elementos del macroentorno (también llamado entorno genérico).
Dentro del macroentorno, los factores a considerar son:

Entorno demográfico: el aumento de la población, hace que los gustos sean más variados y como consecuencia, la oferta que los satisfaga, debe ser igual. Los fabricantes, son conscientes de los deseos, cada vez más personales, de sus clientes y tienden a diferenciarse.
Por ejemplo: En los hogares se ha pasado de poseer un solo coche, a tener un segundo e incluso un tercero o más, lo que aumenta las ventas y las oportunidades. La edad es otra variable a tener en cuenta, ya que la gente joven, tiende a personalizar y eso abre un nuevo mercado. La diversidad étnica no es una causa que motive ésta evolución, ya que los emigrantes, suelen tener poca capacidad económica.

Entorno económico: el producto que contempla un sobrecoste, como un coche, es propio de las personas que tienen sus necesidades básicas cubiertas, que tienen un buen nivel de renta que les permite acceder a ellos, luego es a ese público, al que va dirigido el automóvil personalizado. En los momentos actuales, pese a los bajos tipos de interés, la disminución de la renta en general en las familias, motivado por la crisis (etapa del ciclo económico), es un freno para el mercado de estos productos. El tipo de cambio, no tiene incidencia en Europa, al ser un producto que se produce dentro de ella, de forma mayoritaria, si puede representarlo para el mercado inglés, donde la libra ha tenido una lata depreciación. Tampoco actualmente, la inflación supone un factor a considerar, ya que es muy baja, rozando la deflación en algunos países, pero la difícil coyuntura económica, prima sobre ella y no facilita la venta del producto y más en sociedades con un paro importante en su población, con una tendencia incierta en la creación de empleo.
Desde luego la variable fundamental a considerar, será el ciclo económico, en estos momentos, ya que Europa se halla en plena depresión, sin visos de una clara recuperación, no así Estados Unidos, lo que obligará a los fabricantes de coches, a adecuar su marketing a las circunstancias, ya que los potenciales clientes, tenderán a cubrir las necesidades prioritarias y a posponer compras de bienes duraderos de alto coste.

 Entorno sociocultural: La incorporación de la mujer al trabajo, ha producido un aumento de salario en los hogares, lo que el aumento de ingresos, al ser dos las fuentes de los mismos, tienen una mayor posibilidad de compra, pero ya hemos visto en el apartado anterior, que la situación actual, está llevando a las economías domésticas a situaciones de alto desempleo y que muchos hogares hayan perdido ese segundo ingreso, cuando no los dos.

Entorno del medioambiente: Es una variable que influya en la compra, ya que es lo que se oferta en cada lugar concreto Poniendo un ejemplo de ropa, el medioambiente delimita que clase de ropa se va a vender. Si nos encontramos en la Antártida es evidente que la ropa será de invierno y lo contrario en climas cálidos. De todos modos la ropa en un bien necesario y este nunca dejara de consumirse, en todo caso esto afectaría a la moda.

Entorno tecnológico: un nuevo producto atrae a los públicos y el acceso a través de Internet ayuda y produce cambios en el mix de marketing.

Entorno político y legal: Variable que no debe condicionar a los fabricantes, ya que no hay alteración de las normas ni leyes.

Victoria Sampietro Tolosana


miércoles, 4 de mayo de 2011

LA VIDA, UN VICIO CARO

¿Qué es la vida? No hay definición, o puede que haya multitud de ellas. La vida es, como bien decía el filósofo alemán Friedrich Nietzsche, un lienzo en blanco donde cada uno elige su propia creación: esboza su vida, la colorea y termina su obra como quiere. Sin marcos ni limitaciones, arte en estado puro y libre. Una expresión de nuestra naturaleza, sin represión creativa para actuar. Pero esto sería un estado de naturaleza, impropio de la civilización y de toda forma de sociedad. El poder residiría únicamente en la fuerza de los individuos. La vida, al final, consistiría en sobrevivir, en sobrevivir al poder y a la naturaleza. Dos metas a alcanzar en la vida de todo hombre desde sus albores.

Como vemos la manipulación social ha existido, al igual que la diversificación social, desde que existe el ser humano. En principio con teorías religiosas, que se solapaban con el feudalismo para más tarde evolucionar a partidos políticos sometidos al poder de la moneda. Como todo, los distintos sentidos de la vida han ido evolucionando siempre, desde el principio hasta el día de hoy. Son obras de arte repetidas, clonadas, copiadas o corregidas de artistas de la época. Todos hemos copiado sus proyectos de vida al considerarlos correctos ética y moralmente. Sometidos a una idea de Poder, Dios y Padre omnipotente, que todo lo ve y nada puede.

Toda una evolución en busca del estado de felicidad y bienestar. Y hasta aquí hemos llegado, al “estado de bienestar”.  Una sociedad que se basa en el disfrute consumista como meta en la vida. Hemos dejado atrás el honor, la honestidad y la valentía por la ambición material, la hipocresía social y nuestra lealtad a un sistema consumista. ¿No vemos que siempre hemos estado a la sombra de algo o alguien? Nos dicen que somos libres, pero lo cierto es que somos tan libres como antaño. Nos permiten ciertas libertades, es cierto, pero la finalidad de nuestras vidas no varía. Somos seres ambiciosos y, debido a ello, seguimos enganchados a esta matriz capitalista, donde hay infinitud de objetivos pero un único camino para alcanzarlos: servir de mano de obra barata a los verdaderos “dueños” de este mundo, las multinacionales.

Lo que no podemos negar es que hoy en día la vida no se basa en sobrevivir -aunque con el actual estado de la economía mundial no sabría qué decir-, es un vicio que se encarece día a día. Siempre encontramos una razón u otra para gastar, y lo peor de todo es que de lo contrario nos sentimos insatisfechos y desgraciados, insignificantes en relación a nuestros semejantes que sí que pueden disfrutar de una vida lúdica. Hemos cambiado una vida honesta cuyo objetivo era disfrutar de los pequeños placeres de la vida por una vida en la que trabajamos para poder vivir. En resumidas cuentas, en un vicio tan costoso como, normalmente, innecesario. Vivimos para pagar nuestros antojos, nuestros caprichos y acallar nuestra sed de ser algo en la vida.

No eres por cómo eres, sino por lo que tienes. He aquí la gran verdad. Somos seres materialistas, con ambiciones materiales y ansias de poder; incrustados en una red elitista, que si bien predica con la amnistía y la cooperación entre iguales, la realidad contempla la masacre y la destrucción como resultado de nuestro afán capitalista. No queremos ser buenas personas, sino buenos ideales económicos. Un prototipo para alardear y convencer a la plebe de que, con esfuerzo -y dinero- todo se puede.

En definitiva “aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los cómos.”
                                                                                                                                       Friedich Nietzsche

Rubén Gil Cebrián

jueves, 28 de abril de 2011

Lo políticamente correcto, o casi.

Hoy hablaremos sobre lo políticamente incorrecto. ¿Por qué algo lo es? La sociedad es la que juzga y nosotros estamos dentro de esa sociedad y nos vemos influidos. En la sociedad hay muchos factores que intervienen para crear nuestras opiniones. Entre ellas, las películas, series de televisión, anuncios, artículos de opinión, etc. La ideología y nuestra manera de percibir la vida se ve fuertemente influenciada por nuestra percepción. Y si pensamos que estamos de media unas 3 horas frente al televisor u ordenador (o incluso más)... ¿Realmente cuando opinamos de algo es porque sabemos de lo que estamos opinando? Y nuestros gustos podrían ser otros de esta reflexión que trazamos. Veamos unos vídeos sobre como la política y su gesto de aspiración a lo políticamente correcto nos perjudica. Aunque parece que hemos avanzado mucho, observemos como en 1994 la visión que había no era excesivamente progresista, y como desde organizaciones de poder, a través de planfletos publicitarios, pensaban transmitir un mensaje de alternativa, con visiones diferentes sobre el tema del SIDA, a través de una supuesta informalidad. Y no sólo sobre el sida. Visiones contrarias sobre diferentes aspectos y sobre el mismo. Mensajes que nos acercan al peligro que por otro lado intentan distanciar de nosotros. La política es la herramienta de lo políticamente correcto, no de dirigir al pueblo. Ya lo dije en mi anterior entrada. Para ver los ejemplos que digo véan a Ricky Gervais, los desgrana genialmente. Eso sí, es necesario un mínimo de sentido del humor.

Parte 1:


Parte2:



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viernes, 15 de abril de 2011

Tanto tienes, tanto vales; nada tienes, nada vales.

Los medios de comunicación de masas son por definición instituciones, públicas o privadas, destinadas a informar a un público. Está claro que el fin de todo medio de comunicación es transmitir una información a un posible público interesado y, ciertamente, hasta aquí estoy de acuerdo, pero ¿qué pasa cuando se entrelaza el objetivo, en apariencia social, con intereses económicos y/o políticos?, ¿qué diferencia hay con cualquier otra empresa cuyo objetivo son los beneficios? Simple, ninguna.

Al igual que toda empresa instaurada en las bases de este nuestro sistema, el capitalismo, lo que más se mira es: o la moneda o qué personas me la van a proporcionar y qué intereses tenemos en común. Por ello a lo que nosotros llamamos índices de audiencia ellos lo llaman “preocupación social”. En realidad no les interesa tenernos informados, no, les interesa tenernos enganchados, suscritos, encaminados…Nos impactan y seducen morbosamente con imágenes de desastres o verdaderas carnicerías porque saben que nos atraen. Clasifican y escogen la información en base a sus ideologías políticas e intereses económicos que luego nos transmiten como “verdadera realidad”, pero no nos engañemos, aunque al igual que tras las películas se esconde todo un completísimo reparto que velan por la naturalidad y verosimilitud con la realidad, en los medios de comunicación pasa igual. Nos enseñan que donde hay mediación no puede haber verdad, sino una interpretación. Uno solución perfecta por parte de los medios de comunicación, todo sea dicho, pero bajo esa “interpretación inocente”, como hemos dicho antes, se esconde la verdadera instancia enunciativa: el dinero.

Como dijo Hamlet en la tragedia escrita por William Shakespeare:

"Cuantas veces con el semblante de la devoción y la apariencia de acciones piadosas engañamos al diablo mismo".

Los medios, en especial los tradicionales, buscan el beneficio ¿por qué ocultarlo? Son empresas, es un hecho; y estas empresas no viven de la veracidad, sino del precio que pagan por sus espacios publicitarios. Y dicho esto ¿quién cree que la parrilla televisiva se basa en la relevancia o impacto social que un hecho provoca en la sociedad? La parrilla televisiva mensual se basa en todo aquello que pueda atraer a telespectadores y subir índices de audiencia, y con ello, “hacerse el agosto” tantas veces al año como les sea posible.

La relación que une a la publicidad con los medios de comunicación es necesaria. Es la herramienta hegemónica y legítima de transmitir “información” y entretenernos al mismo tiempo, pero con abundantes lapsos de espacios publicitarios cargados con las últimas técnicas en persuasión social. Todo un mecanismo creado con el aparente propósito de disuadirnos y entretenernos, y para colmo, comunicárnoslo. Es toda una realidad virtual, como en la película Matrix, donde todo está previsto para que nos entretengamos y pasemos el rato. De lo que no parecemos darnos cuenta es que ese rato es nuestra vida: Nos dejamos consumir, trabajamos y encima pagamos por ello.

Nos dicen cómo ver, cómo sentir, cómo vestir y cómo comportarnos –todo un programa docente- para hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. ¿A alguien le quedan dudas acerca del poder de diversificación social de los medios? Nos inculcan sutilmente un estilo de vida, un estado del bienestar, donde todo es posible y nada seguro. Un estado permanente de retroalimentación económica donde todo está montado para extraer el máximo beneficio a eso que antes hemos llamado “pasar el rato”. En otras palabras, nuestras vidas son su negocio y la única forma de mantenerlo es entretenernos, persuadirnos y acabar comprando.

Para ir finalizando, me basaré en mi último trabajo en el que cité a Hobbes: "El hombre es un lobo para el hombre". Al igual que entonces no puedo obviar el mérito a la transparente evidencia. La evidencia de un ser egoísta. Todos miramos por nuestros propios intereses, y como mucho por el de nuestros allegados, y por ello el sistema funciona como funciona y se basa en lo que se basa, en el bienestar individual; y después, si sobra, en el bienestar de los demás.

Me gustaría concluir con un fragmento del conocido grupo Ska-p, porque creo que la solución no está en la publicidad, sino en el nivel de concienciación social de cada individuo en particular y de la sociedad en global.

Voy a gritar, quiero despreciar tanta mediocridad
No quieres sentir, no quieres ver, no quieres escuchar.
La fuerza del poder y del capital desgarrará tu condición.
Estamos aquí nos hacemos ver. Todos contra el poder.
Tened fe, seguimos en pie.
[…]
La conformidad de esta sociedad ante la vil barbaridad,
me hace pensar, me hace meditar es el camino a no llevar.
Tened fe, seguimos en pie.
La utopía es una cerveza fría, bebed,
para calmar vuestra sed.


Rubén Gil Cebrián

VIVIMOS ENGAÑADOS


"Las desigualdades de la estructura no son producto de la economía, sino de la falta de valores y de moral en la sociedad". Aplaudo el hecho de que Durkheim haya sido capaz de decir algo que ya tocaba oír. Sí, la economía ha demostrado que no puede sostenerse por sí misma, pero el problema es que no vemos lo que hay detrás del capitalismo: una falta total de moralidad en la sociedad actual.

La llamada democracia o capitalismo controlado por el Estado en busca de un estado de bienestar debería valernos para llevar una vida plena, satisfactoria. Pero no es así, vivimos engañados. La pseudodemocracia en la que nos encontramos no es otra cosa que un capitalismo puro vestido de ligeras leyes de igualdad que intentan que nos creamos. Nuestra democracia se mueve por dinero, un dinero que moldea nuestra moralidad, que hace que el más fuerte aplaste al más pequeño, sólo por unos billetes verdes más. Como dijo Quevedo: "Poderoso caballero es don dinero".

Por otro lado, el comunismo defendido con fervor tampoco creo que sea un planteamiento totalmente negativo. En sus bases, el comunismo promulgaba la hermandad a través de la repartición, de unos mínimos asegurados. Pero como todo, la práctica difiere totalmente de la teoría. Los dirigentes de este tipo de economía masacran al pueblo a propaganda política y favorecen la sumisión y la falta de metas y conocimiento.

Ahí radica el problema: el Estado defiende las estructuras de poder, defiende a los más altos cargos, se defiende a él mismo, con el motor del dinero. ¡Ah! Y en última instancia defiende al pueblo, un pueblo que le da de comer y que le da lo más importante: su voto de confianza para cambiar y mejorar la realidad. El Estado debería preservar los valores morales, guiarnos por ese camino.

Claro que todo esto se puede relacionar con la publicidad. La publicidad, como los medios de comunicación, baila al son del gobierno, de la economía y juega con nosotros dándonos esperanzas de felicidad. La publicidad nos entretiene, nos divierte, hace que nuestra mente olvide lo importante y se reduzca a pensar en cómo satisfacer unas necesidades inexistentes. Ya no vivimos en el mundo, vivimos en el primer mundo; del resto, no sabemos nada.

Para decir todo esto, hubo un documental que me abrió los ojos: Zeitgeist. Está claro que no puedo afirmar con total seguridad que lo que se dice en él sea verdad, pero desde que lo vi todo me cuadra, todas las fichas encajan hasta formar el mundo en el que vivimos. Las fantasías de las novelas que hablaban de unos seres que dominaban el planeta, que movían nuestros hilos, se ha hecho realidad: somos millones y millones de seres humanos que alimentan a unos pocos. La publicidad mueve fronteras.

Al igual que Durkheim, este documental (unido a otros) también habla de una división de trabajo, una división de trabajo en la que creo férreamente. Si no hay trabajo se reparte, si no hay dinero, también. No puede ser que alguien trabaje a doble jornada y otro se esté muriendo de hambre; no puede ser que alguien se limpie con billetes de 500€ mientras otros no tengan dónde caerse muertos. ¿Dónde está nuestra moral, nuestra conciencia y nuestro altruismo? No deberíamos dejar que unos pocos decidan por todos, es necesario cambiar nuestra moral, humanizarnos. Lejano veo el día en que el egoísmo se torne en la búsqueda del bien común.

Anteriormente he nombrado a los medios de comunicación, equiparándolos con la publicidad, creo que no miento. Los medios de comunicación muestran lo que quieren, no son objetivos, nunca lo han sido ni nunca lo serán. Por lo tanto, nos informan de lo que interesa al dinero, a la economía y de vez en cuando a los intereses ideológicos de la cadena o del Estado. Nos muestran un espectáculo, nos alejan de la realidad aunque supuestamente nos informen de ella. Los medios de comunicación muestran lo que puede crear audiencia: o banalidades o desgracias. Mucho Gadafi y poco Costa de Marfil, pero claro, allí no hay petróleo, así que nos hacen mirar hacia otro lado.

En cuestión de entretenimiento, poniendo como ejemplo la televisión, ésta no hace otra cosa que hablar de un extremo o de otro: ricos o pobres (véase Callejeros), ése es el entretenimiento que nos ofrecen, ésa es su visión de la sociedad española. Unos nos tienen que hacer sentir peor y otros mejor, así nos mantienen callados. Aunque creo que directamente no nos reproducen la estructura de la sociedad española, simplemente nos tapan los ojos con un velo y, ya de paso, nos divierten.

Resumiendo: la publicidad, como ya he dicho en otras ocasiones, no hace otra cosa que seguir al dinero, diciéndonos cómo vivir, arrebatándonos toda moralidad e identidad. Pero, ¿qué esperamos? ¿Que surja una publicidad utópica que nos guíe por el camino del bien común? Ojalá; aunque si llegase ese día, decid adiós a la publicidad.


Leticia Soler López

Los problemas de la sociedad no son materiales sino morales.

Los problemas de la sociedad no son materiales sino morales.
 
Según Durkheim los problemas de la sociedad no son los materiales sino los morales. En las sociedades desde que el humano existe ha habido conflictos y por supuesto problemas sociales. Es en esta sociedad donde nos encontramos por primera vez con tal posesión de bienes materiales. Lo que significa que la llegada de estos no fue el principio del problema. Tampoco son producto de la economía, que sin duda es su mejor momento, nunca había existido tanto dinero como en esta década. Por lo que se puede plantear como confirma Durkheim que el problema de la sociedad en son un problema de valores y de moral. Y la publicidad precisamente es el reflejo de esa sociedad.
Los valores de las sociedades son inculcados generación tras generación, que constan de ideas, necesidades, miedos, dudas, mandatos, hambre, religión… en fin un sinfín de características que dirigen la sociedad. Pero estos no hay que cambiarlos sino que hay que mejorarlos desarrollarlos. Y esto creo que es lo que debería intentar hacer la publicidad, para que esta no tuviera los mismos problemas que la sociedad, y de algún modo pueda hacer que estos mejoren.  Y los valores de esta sociedad es ser guapo y rico. Tener objetos materiales caros, lujosos, es lo más importante para hacerte un hueco en este mundo. Y esto refleja la sociedad, tenemos anuncios como la colonia de ONE o los anuncios de L´Oreal donde lo lujoso y ser guapa es lo más importante. Pero luego tenemos anuncios que aunque sean con ánimo de lucro igual, expresan otro concepto, porque también es un producto para un público con economía baja media, y es IKEA, donde su eslogan y lo que quieren trasmitir es:  “No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita”

¿Es esto un cambio?, ¿Quieren trasmitir un nuevo valor?
Creo que tanto la sociedad como la publicidad están cambiando pero taradará como todo. Estamos dando pasos muy importantes en la sociedad. Los miedos de hace años están desapareciendo, y uno de los que más se destaca es la homofobia. Pero en cierto modo no se da paso a esto en la publicidad. Es decir aun no está del todo solucionado, y como ya he dicho los cambios se producirán poco a poco.
Y no queramos reconocerlo pero los medios masivos siguen reflejando los estereotipos del hombre y la mujer en muchos anuncios, pero estos también están cambiando como en la sociedad.
Un medio completamente unisex es sin duda internet es decir las nuevas tecnologías. Es este medio da igual de que sexo seas y de que clase social seas, todo el mucho tiene derecho a internet y expresarse.
En conclusión la publicidad masiva debería coger ejemplo de las Nuevas Tecnologías y empezar a hacer a nuncios que aunque sean siempre con la necesidad de vender y crear estereotipos tengan un mensaje con cambios, los mismos cambios que esta sufriendo la sociedad lentamente.
Y cintando a Durkheim :
La estructura de la social debe basarse la desigualdad interna frente a la externa:
Desigualdad externa: imponen las diferencias sociales, individuales, estatus adscrito.
Desigualdades internas: Basadas en el talento individual (status adquirido). El sistema funcionaría en la medida en que fuera el merito el que marcara las diferencias sociales.
Para poder mejorar nuestra sociedad que es como un “sistema holístico” hay que empezar por cambiar uno mismo.
Victoria Sampietro Tolosana.


domingo, 10 de abril de 2011

En busca de la aleación perfecta con la que mover el mundo


Estamos en crisis. Bien sabido es. Pero lo que no es tan conocido es que nuestra sociedad se define perfectamente con el paradigma de Max Weber: el auge de la dominación burocrática. Sabemos que en nuestra sociedad, tal y como comenté en entradas anteriores, hay desigualdad de acceso a la cultura: al cine, museos, teatros… Que para los grupos de renta alta (clase alta según H.Kerbo) no supone un problema, pero para los de renta mediana o baja sí (clases medias y trabajadoras). Lo mismo sucedía al comprarse una vivienda o pagarse la medicina. Pues bien, éstas diferencias que en la publicidad se ven reflejadas según el público objetivo al que se dirigen los anuncios, no existen únicamente a nivel económico. Es cierto que se ve claramente a que clase social pertenece el siguiente estereotipo de hombre del anuncio de Mercedes que se muestra a continuación:



Pero a veces, el estereotipo cambia, y el target se abre a nuevas fronteras, pasa de ser clase alta o clase corporativa a poder ser clase media e incluso clase trabajadora. Lo importante es el estatus que se mantiene con ese producto. Véase este anuncio:


Como decia entramos en una diferenciación no sólo a nivel económico según las teorías marxistas, sino también de estatus, algo más cercano a lo que vemos actualmente en publicidad. Tal y como veía Weber en su estratificación es muy importante el prestigio que te puede otorgar un producto. Puede ser una compra inteligente por la seguridad que aporta y la elegancia que transmite, siendo éste el estatus que adquieres al relacionarte con ese producto y por el cual pagarás ese plus añadido. Acordémonos del anuncio de Mercedes, lo principal es el estatus que te genera. El estilo de vida específico de todos aquellos que pertenecen a un mismo círculo social. Y los círculos sociales, gracias a la publicidad, están muy marcados por la capacidad de cada uno para cumplir con un conjunto de ideales o principios para un determinado grupo social, ya sea perteneciendo económicamente a ese grupo o bien haciendo un esfuerzo económico para sentirse reconocido en ese grupo, como bien es sabido, teniendo un Mercedes y viviendo en un piso de 50m2. Hoy en día es fácil escalar en la sociedad, hay una mayor movilidad social que nos permite acceder a niveles superiores en la estructura. Sin embargo el conflicto sigue existiendo, pues las clases altas han evolucionado y han creado herramientas burocráticas para asegurarse su posición. Y la publicidad política ha tenido un gran papel. Como decía en mi anterior entrada, ha sido utilizada para encubrir y manipular a los votantes. Se habla hoy en día de integración de los inmigrantes, en ambos bandos de la política española (que sirven de legitimación ideológica), cuando éstos tienen contratos que no cumplen con el salario mínimo interprofesional fijado por ley (ley que legitima la desigualdad de las clases sociales españolas al haber un mínimo de acuerdo al estado de bienestar). Los inmigrantes, tal y como decía, no se quejan de su situación debido a la relación de sumisión al poder que mantienen con los terratenientes, los dueños de las tierras, y a la poca cultura que han adquerido. Y esta visión hay que tenerla en cuenta, pues existen conflictos derivados de las desigualdades de poder. Cuanto mejor está ubicado un individuo en los niveles con acceso al poder más influencia hará de ella y más estancados dejará a los que menos acceso tienen a ese poder. Se tratá de corrupción, nada más actual en la publicidad política de hoy en día. Un ejemplo es la firma anticorrupción del PP, de la que luego unos cuantos de los firmantes (incluido el presidente de la Generalitat Valenciana) están imputados por supuesta corrupción política. Un evento publicitario (la firma: http://www.publico.es/364946/el-pp-ve-muy-bien-que-camps-firme-el-manifiesto-anticorrupcion) que a través de los hilos del poder pretendía proteger a los que están en lo más alto del reparto estratificado social, controlando el poder gracias a los votos de los engañados ciudadanos y con ello continúan evadiendo a los jueces, y saltandose normas morales y legales “http://www.publico.es/espana/370617/rajoy-se-fuma-un-puro-en-un-partido-de-ninos” (o como ocurre con Fabra, de la diputación de Castellón, publicitando como algo positivo un derroche de dinero: “http://www.publico.es/espana/368050/fabra-inaugura-en-castellon-un-aeropuerto-sin-aviones”). Políticos espoleados por el interés de mantener el estatus adquirido y de la clase social elevada que les permite comprarse los productos publicitados que con su valor añadido mantienen el prestigio búscado por el comprador. Sino el turrón 1880, el más caro del mundo, no tendría éxito. O los trajes de Valentino, serían igual de buenos que los mejores trajes de la firma Cortefiel. Hablando de trajes, mejor no acordarse de Francisco Camps. La publicidad apoya esa estructura, pues está basada en los valores añadidos, y por tanto, en las desigualdades derivadas de la estratificación de la sociedad según su estatus, y por consiguiente de su poder y su clase económica. A las marcas y al consumismo le interesa que exista conflictos, y que dentro de ese conflicto existan a niveles de clases económicas, para poder enfocar el mercado con productos para diferentes clientes y así no sobresaturarlo, así como a niveles de prestigio, para seguir dotando publicitariamente a las marcas de diferente prestigio y que no se imponga un mercado de marcas blancas que cerraría el mercado económico de oportunidades. En parte es positivo como todo. Gran parte lleno de negatividad este conflicto. Pero bien analizado se ve como es necesario para la existencia de un mercado capitalista que permita una mayor movilidad social basada en el talento. Talento enfocado en el negocio económico, pero que no siempre tiene que salir de un individuo el apoyo económico, sino que puede haber inversores.
Lo que sin duda debe ser controlado es la desigualdad de poder, para que siga existiendo en unos mínimos, pues la gente necesita de figuras que les dirigan, pero sin que esto suponga un conflicto irremediable para la estabilidad de un estado. Son necesarias esas “jaulas de hierro” para los ciudadanos, difíciles de destruir y de modificar, pues sin duda, si fueran de plástico ya estarían rotas. Sin embargo, la evolución debe reflejarse a nivel político para encontrar una aleación que no se pueda romper pero que permita modificaciones para que se adapate a las evoluciones sociales, en gran medida derivadas de las clases económicas, cada vez más equiparadas. Y esto, tal y como planteaba Platón, es mejor que se lo dejemos a un filósofo que halla dedicado toda su vida a la contemplación de la verdadera existencia, y no a seres que se mueven con el afán de obtener poder para mantener su estatus que consiguen gracias a la clase económica que les facilita ese poder que han obtenido y quieren mantener. La publicidad no debería servir para tapar las verdaderas intenciones de los dirigientes. Las tácticas publicitarias a nivel económico se mueven en la dirección correcta, pero a nivel político no. Y la culpa es de la propia política que se sustenta en bases económicas y no debería ser así.

La publicidad refuerza lo existente. Es la primera en enterarse que es lo existente, y puede inducir a cambios si hay fines económicos detrás. Pero no fue el atractivo económico de las mujeres lo que hizo que Mercedes dejara atrás el estereotipo de hombre de negocios para pasar al de mujer que conduce bien un coche deportivo (para vender que incluso las mujeres conducen bien un coche en principio tan difícil de conducir). 


Fue el posicionamiento de coche deportivo y manejable. No culpemos a la publicidad, lo único que hace es reforzar lo existente e introducir pequeños cambios que espolean futuros cambios mayores, pero si lo existente está sobre malas bases… 

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Joaquín Muñoz D'Ocón

lunes, 21 de marzo de 2011

Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit


(Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro)

Las desigualdades sociales son necesarias. Es una de las piezas fundamentales del engranaje que conocemos como sociedad capitalista o de consumo. Más bien podría decirse que somos las marionetas de algo mucho más elevado, un pequeño grupo de privilegiados exentos de responsabilidad que juegan con este mundo como quien juega una partida al Monopoly.

La mayor desigualdad mundial, que vemos pero no observamos, es la del tercer mundo. Un hecho que evidencia la transparencia del sistema capitalista, su heterogeneidad, su gran diferencia con el resto del mundo. Estamos informados de ello, sin embargo no ofrecemos ayuda ni solución alguna. ¿Por qué? Porque pertenecemos al regalo de Dios, a ese nuevo Edén que nos hemos construido, una tierra prometida a los hombres, sólo destinada al disfrute de unos pocos: El primer mundo. La mayor diferencia entre riqueza y pobreza es a la vez la base que da sentido a esta sociedad, la búsqueda del bienestar, es decir, la diferencia entre sobrevivir y vivir. La diferencia entre tener un sueño y poder o no cumplirlo, es la base de este sistema. Un sistema que manifiesta el carácter destructivo del alma humana, llegar al punto de crear y defender la razón que separa ambos mundos, las desigualdades sociales entre iguales, para sentirnos mejor que los demás y crear con ello un status social y un estilo de vida superior ¿Pero a qué precio? En definitiva, apalancar el poder y los recursos para uso y disfrute de unos pocos.

De igual forma sucede dentro de los límites de cualquier país desarrollado, pero en este caso la diferencia es casi imperceptible. Las esferas de poder pasan inadvertidas bajo las sociedades capitalistas y nosotros somos su gran creación, somos las piezas que construyen su mundo de ilusiones. Si la metáfora fuese un circo ellos serían el público, nosotros los artistas, que a la vez de trabajar damos luz y color a su vida, a su pantomima de lo que es el mundo. Y los países subdesarrollados no son más que pipas y currantes que únicamente son visibles cuando el público ya se ha marchado. Son figuras que trabajan en las sombras y no pueden ser vistos. Están apartados de la civilización, del conocimiento, y de toda oportunidad a formar parte del juego que es la vida.



Con las promesas del capitalismo nos sentimos a gusto, seguros y reconfortados, con la posibilidad en la mano de poder aspirar a una vida mejor, a esa élite de multinacionales y gremios de poder ajenos a la ley. ¿Por qué iba a conformarse el hombre con sentirse igual a otros hombres después de haber intentado someter todo a lo largo de la historia? Buscamos saciar nuestros instintos primitivos y el sistema capitalista nos lo ofrece en bandeja de plata. Únicamente tenemos que acatar las normas del mercado, el poder de las multinacionales y la especulación. Al final de nuestras vidas vemos como esa esperanza se deshace entre las manos y comprendemos que no vive mejor el que más trabaja, sino aquel que más dinero alberga y tiene poder para manifestarlo directa o indirectamente  a la sociedad. Por último entendemos que únicamente es cuestión de poder: poder económico, poder social, poder adquisitivo; un lobo con piel de cordero, que nos da esperanzas y un objetivo en la vida que a medida que pasan los años se convierte en una crisis de valores, una decadencia.

Él hombre es un lobo para el hombre, dice Hobbes.



Pese a todo, es el sistema en el que vivimos, la realidad en la que vivimos. Y es en este punto donde entra la publicidad. Una herramienta de poder con dos fines: mantener la riqueza y apartar la mirada de todo aquello que pueda arrebatársela. Mientras tanto nos ofrece un mundo fuera del caos, con un sentido y un objetivo mezquino, con algo en qué pensar y con qué entretener nuestra vidas, pero con un alto precio a pagar por ser felices: la ignorancia y nuestra ignorante sumisión. No caigamos en la mentira de la sociedad de la información y seamos críticos con el sistema. Preguntarse el por qué es la base del conocimiento, sin embargo nuestra sociedad ha sucumbido a los dogmatismos televisivos e institucionales, que nos mantienen informados en apariencia de lo que pasa o, mejor dicho, de lo que quieren que pase.



La sociedad es como los caballos ante una carretera transitada, donde el peligro ajeno nos acecha; el capitalismo son los anteojos que nos ponen y nos hacen sentir seguros llevándonos por el “buen” camino.


Rubén Gil Cebrián

BIENVENID@ A LAS NUEVAS CLASES SOCIALES: LOS TARGET

Hace un tiempo tuve la oportunidad de ver la película francesa "La clase" de Laurent Cantet, donde un joven profesor, bajo un argumento muy recurrido últimamente, intenta motivar a sus alumnos en un colegio situado en una zona conflictiva. El falso documental muestra un microcosmos que representa la pluralidad de la sociedad francesa y, en general, de la sociedad europea y norteamericana. Digo esto porque, salvo matizaciones, la película ejemplifica unas desigualdades existentes también en nuestro país: conflictividad, bajos recursos, un acceso muy limitado al conocimiento y un choque de culturas llevado al máximo.
En nuestro querido país ibérico tenemos una cultura muy "nuestra" y en líneas generales nuestro nivel cultural dista mucho de acercarse al europeo; predomina una sociedad con un gran porcentaje de la clase proletaria, una clase proletaria que, al igual que todo el país se ha creído durante unos largos años que estábamos en la élite mundial y que ahora, con la tan nombrada crisis, ha visto como no dejan de resurgir las carencias de nuestra sociedad. Nos hemos basado en el consumo puro y duro, con alguna que otra reforma social y ligeras leyes de apoyo a las clases más bajas, con la constante esperanza de que aunque seas proletario, o ni siquiera eso, puedas salir de esa clase en la que te "colocaron" sin ni siquiera desearlo, todo gracias a los "logros personales". Nuestras clases sociales son más cerradas de los que nos quieren hacer creer; en lugar de cambiar la cultura y comenzar a trabajar como un país unido, la política actual se llena la boca con palabras de apoyo y propaganda barata cada vez que suben un mínimo porcentaje los impuestos de los más pudientes, pero diciendo por lo bajini que, aunque no nos guste, lo pagaremos con especial cariño los proletarios, cada uno de esos ciudadanos que, citando al grupo SKA-P, pensarán: "No tengo un puto duro, pero sigo cotizando a tu estado del bienestar".

Pero, ¿dónde está el problema? No es un problema que haya causado simplemente el capitalismo, la raíz se halla en la falta de conocimiento. Es un maldito bucle: si no tienes dinero no puedes culturizarte, si no te culturizas, te estancas, si te estancas, te frustras y sigues en el mismo punto en el que comenzaste, ¿y cómo no? La publicidad alimenta este círculo cerrado. La cultura es un derecho, no un privilegio, pero como ya sabemos, el capitalismo no habla de derechos, ni siquiera la pseudo-democracia en la que vivimos.
Pero muchos dirán que con la aparición de otras culturas se podría cambiar las carencias que tenemos cada uno: si se mezcla como se tiene que hacer, perfecto, pero sino, caemos en un abismo de incoherencia, intolerancia y desigualdades extremas, haciendo que ese gran porcentaje de inmigrantes que viven dentro de nuestras fronteras se integren automáticamente en las clases más bajas, que lleguen con la etiqueta de escoria; y es que el ser humano necesita creer que hay alguien por debajo de él... mientras que la publicidad te dice todo lo contrario: siempre hay alguien mejor que tú, ¿no quieres intentar cambiar eso? ¿No te cansas de ser infeliz? Visto esto, me remitiré a lo dicho en mi anterior entrada: la publicidad maneja nuestras vidas, nos entretiene y nos distrae buscando una meta banal mientras que "alguien" se beneficia de nuestra dispersión mental, de nuestra ignorancia y superficialidad. Para muestra un botón: una diferencia que se ha convertido en una desigualdad: la obesidad o el simple hecho de "tener unos kilitos de más".

Puede sonar un poco extremista, pero intentaré explicarme. Queda claro que la constitución física es una diferencia y que salvo casos de salud física no debería importarnos más allá de lo que es: algo que nos diferencia, ¡pero se hizo la luz! ¡Llegó la publicidad! La publicidad ha creado un estereotipo de mujer (u hombre en menor medida) joven, caucásica y de 90-60-90 en el más optimista de los casos. Una mujer que, aunque en muy contadas ocasiones sea afroamericana o no esté en los huesos por pura propaganda barata, hacen que quieras imitar, por mucho que tú siempre te hayas visto bien, por mucho que un endocrino le diga a tu hija que está perfecta y por mucho que estés sufriendo por parecer una modelo. Nunca estarás perfecta, anuncios y anuncios de cremas anti-celulíticas, de barritas dietéticas y de aparatos carísimos de gimnasia te recordarán diariamente lo mucho que deberías llorar al mirarte al espejo. Esa diferencia se convierte en desigualdad cuando, como dice la definición de esta última: es una condición que te proporciona un acceso desigual a recursos y servicios; y para mí es una desigualdad que una mujer con unos kilos de más nunca sea una ciudadana de primer nivel, nunca logre puestos de trabajo que otra que se rindió a la publicidad y que nunca llegue a ser de la "jet set", aunque en un principio era algo que no quería, hasta que apareció la publicidad y dominó su mente y sus ideales. Así que sí, la publicidad refuerza estereotipos y adscribe a la gente a una clase social, dependiendo de en qué anuncios sea público objetivo.

No nos olvidemos que hay diferencias, el problema está cuando se convierten en desigualdades, no importa si son causadas por religión, por tradición o por leyes; si alguien piensa lo contrario me gustaría escuchar lo que tiene que decir sobre las castas indias... ¿favorecen una sociedad de crecimiento y, sobretodo, moral? Yo creo que no.


Leticia Soler López

¿DESIGUALDAD O MIEDO SOCIAL?

Dentro de la sociedad española podríamos hablar de diferentes tipos de desigualdades que se dan en la misma. Pero hay un tipo de desigualdad que marcó a la sociedad y que la sigue marcando. Esta desigualdad esta está promovida por los medios de comunicación, medios sobre los cuales los publicitas nos movemos en ellos día a día.

Para hablar de esta desigualdad, miraremos hacia el pasado, exactamente hacia el 11 de marzo del 2004, cuando en la estación de Atocha (Madrid) tuvo lugar unos de los atentados más graves en España, que marco a la sociedad española y que hoy día sigue en la memoria de muchos españoles. “Gracias” a estos atentados la sociedad española comenzó a tener miedo y a desconfiar de todas las personas cuyos rasgos raciales procedían o se asimilaban mucho a los habitantes de los países musulmanes, es decir, la sociedad española se negó a aceptar dentro de sí misma a cualquier persona musulmana o de origen musulmán.

Todos estos hechos lo que ha propiciado es que hoy en día la sociedad se tenga miedo al ver a una persona de los países árabes con una mochila o que simplemente tirando algo a una papelera, porque les viene a la memoria los recuerdos de estos atentados. Y esto lo que genera es un miedo social, un miedo que se puede llegar a convertir en un miedo racial y por lo tanto derivar a un racismo hacia una sociedad (la musulmana) que no beneficiaria a ninguna de las dos sociedades, ya que una necesita a la otra y aún más importante, no debemos encasillar ni discriminar si no queremos ser encasillados o discriminados.

Por todo esto, creo que, como publicistas y como conocedores de los medios de comunicación y sabemos como estos pueden llegar a influir dentro de la sociedad, por lo que deberíamos ser nosotros quienes intentáramos poco a poco modificar esa falsa percepción y así intentar cambiar, al menos, esa desigualdad en la estructura social española.

Juan Luis Peris Girona.

domingo, 20 de marzo de 2011

Ideas en la Sociedad

La publicidad como ya he dicho otras veces al estar presente en nuestra vida nos ha afectado. Por lo que me centraré en los anuncios de hace años. Por ejemplo en mi anterior entrada el anuncio de cola cao, nos enseño de niños y a los adultos cosas o conceptos que se nos han pasado por alto pero que pueden a ver arraigado. Hablare de un punto un poco extremo y esto por suerte ha cambiado hoy en día o eso espero.
En el anuncio de cola cao se nos enseñaba a la población de color trabajando al sol, cargando con sacos y cestos. ¿Qué nos enseñó eso? Que la población negra estaba para servirnos de alguna manera, y se adivina una clara explotación. Además esto se junta con que en la España profunda no se veían muchos negros pero si los había eran trabajadores que ganaban una ridiculez de jornal. Es decir estaban en el escalafón más bajo de la sociedad.
¿Cómo arraigo este mensaje en nuestras mentes?
Se nos presentó o se quería presentar una imagen de superioridad blanca en la sociedad, algo normal en ese tiempo. Esta conclusión nos deja clara diferencia existente en la sociedad.
En los anuncios de hace años también era típico ver una nuncio machista, permitidos en la aquel entonces. ¿Cómo ha afectado esto en nuestras mentes? Se tomaba como algo normal, nada extraño porqué además si se veía en la tele era cierto. ¿Es la tele la que se ha movido con la sociedad o es la sociedad la que ha se movido con la tele? Está claro que no conocemos la respuesta, pero lo que sí está claro, es que nos ha afecto de alguna manera. Sobre todo cuando no se daba a conocer otra cosa y por lo tanto no se planteaba que eso fuera ilegal.
Es curioso como cosas como la igualdad entre razas y sexos que nos es tan familiar y que es normal en nuestra vida “o eso espero también”, como conceptos tan básicos ahora mismo, fueran burlados antaño en la televisión. Y como entonces ni nos dábamos cuenta que estábamos viendo tales conceptos. Por lo que yo os animo a pensar en anuncios o incluso cuentos, pelicular, periódicos de veinte año atrás y veréis la diferencia. Y seguro que encontráis también cosas chocantes aunque nos sean lo extremos comentados. ¡Gracias a todos!
Victoria Sampietro Tolosana.

domingo, 6 de marzo de 2011

SOMOS PUBLICIDAD

En los años de la recesión la economía española sufrió, como todo el mundo sabe, un gran declive, que marcó durante muchos años el país. Con ellos se muestra la evolución social de nuestro país  por medio de los anuncios. Los cambios de la sociedad son también un punto muy fuerte para poder ver lo que se han modificado los españoles.
Uno de los puntos más importantes que teníamos en la publicidad era la sencillez y la contundencia, que nos dio fama en los países pioneros en la publicidad. Era necesario reducir el tiempo de los anuncios por que no había más dinero y por lo tanto el tiempo era inalcanzable. Aquí dejo un claro ejemplo de lo comentado, rescatado del programa “Los anuncios de tu vida”.

En este anuncio se ve todo lo hablado. Es la contundencia de uno de estos ejemplos, con las contadas palabras y simples expresiones sabemos que Trinaranjus es una bebida natural sin burbujas. En esta época las bebidas con gas estaban eran nuevas y era el último grito. Pero lo más importante de todo esto es que la palabra “burbuja” no se comenta en ningún momento, y sin embargo el mensaje nos queda muy claro.
Estas son las cosas que me llaman la atención, que muchas veces no hace falta toda la información, para que un anuncio “cale”, o excesivo tiempo para llamar más la atención del público.
Creo que esta faceta la hemos perdido poco a poco y la televisión este medio masivo, cansa a muchas nuevas generaciones, que como ya comente la anterior vez que publiqué se van a internet. Con estos anuncios de antaño, es cierto que en aquella época no había internet y que la televisión era relativamente nueva, pero los anuncios eran graciosos, ingeniosos, buscaban aparte de informar y vender, divertir, entretener y sobretodo marcar al público. Con ese objetivo empezaron a salir anuncios con canciones. ¿Quién no recuerda la canción del colacao, o a nuestro querido clavo de la lotería ya jubilado? Por no hablar de los iconos ¿Quién no recuerda tampoco al toro de Osborne?  Queramos o no, estas canciones y estos iconos han formado parte de nuestra vida, hemos crecido con ello, y con estas pequeñas cosas entendemos que no conocemos un mundo sin publicidad, que ya queramos o no, somos parte de ella.
Pero volviendo al tema del tiempo, estoy hablando de la década de los 80, cuando la publicidad de España se convirtió en la tercera potencia mundial tras Inglaterra y EEUU. Como ya he dicho estos de fijan en nuestra sencillez que no es más que necesidad de ahorrar dinero y cortar gastos.
Os dejo con este video que no os invito a que los veáis, sino que os pido que lo veáis. Y fijaros en uno de los mejores anuncios que he visto en mi vida, y es el de Visa.
Que os divirtáis.
Victoria Sampietro Tolosana.

sábado, 5 de marzo de 2011

Mirando hacia otro lado: viejos y jóvenes.

Quisiera destacar varias cosas hoy. En primer lugar, que existe publicidad vieja pero apenas publicidad para viejos. A las pruebas me remito:

Publicidad vieja

Publicidad para viejos


La cuestión no es que no sea rentable, que al fin y al cabo es la principal excusa de la publicidad comercial, sino que la responsabilidad social de la que tanto hablan las empresas no mira hacia estas personas. Es evidente que no se puede generalizar, y que incluso podéis dudar, ¿las ONG enfocan también sus campañas hacia las personas mayores de 65 no? Eso no es publicidad comercial. Comercial de vender, de lucrarse. Y sí, el lucro es menor, pero ¿no se merecen la atención debida? ¿Por qué este afán por crear una sociedad eternamente jóven que consume? En mi opinión no es de extrañar que los adultos critiquen a los jóvenes, pues la sociedad aparta a los adultos, se ven adscritos a su grupo forzosamente, apartados de la diversidad de opciones que existen para los menos longevos. A las pruebas me remito. ¿Tiene usted una edad avanzada? ¿Tiene síntomas de sobrepeso? En cualquier caso habrá notado que en su pueblo apenas existe ropa “clásica” que comprarse, sin colores chillones ni dibujos que desentonen con su carácter, y de todas formas si la ha encontrado… ¡oh amigo! Mire bien que es lo que ha encontrado, porque de su talla ya le aseguro que no es (si es que tiene la típica silueta de persona adulta o anciana). O bien le está corto de cintura, o largo de mangas, o parece que se halla puesto un saco de patatas, o no le entra directamente. El ejemplo está en que la ropa de Stradivarius no le entra ni a las chicas de 30 años…
Con esto pretendía lograr una pequeña reflexión: acordarnos de nuestros abuelos y sus dificultades para comprar. Porque ellos no suelen ser público objetivo. Porque ellos se ven obligados a ir a grandes ciudades para poder elegir. Miremos bien la sociedad consumista en la que estamos, que no todo es oro lo que brilla.
Y hablando de brillar…brilla por su ausencia la igualdad de acceso a la cultura. Al cine, museos, teatros… Para los grupos de renta alta no supone un problema, pero para los de renta mediana o baja sí. Lo mismo que comprar una vivienda o pagarse la medicina. Existen pues desigualdades sociales derivadas de las diferencias de renta y de riqueza. Riqueza que en España no crece al no poder ahorrar los trabajadores ante el actual nivel de paro y salario. Un nivel que ofrece menor flexibilidad que en Europa en el mercado de trabajo a consecuencia del franquismo. Debido a que España es una sociedad proteccionista también. En la que triunfan los nacionalismos, consecuencia de la anterior represión franquista. Esto provocó un desarrollo económico diferente en ciertas zonas, e intereses divergentes entre terratenientes y burgueses. Consecuencia de ello es que la actual sociedad ha puesto en crisis el dominio político burgués. La manera de consumir genera frustraciones sociales, pues el estado de bienestar que debería garantizar unos mínimos como la vivienda se ha despreocupado de ello a favor de la especulación inmobiliaria, de los terratenientes de hoy en día. Todo esto legitimado por el tradicional discurso de “Spain is different”, y por las tradiciones de nuestra sociedad: siesta, toros, aspectos relacionados con la religión… Ésta última de gran calado en nuestra sociedad, provocando situaciones como que la mujer tenga menor presencia en el mercado de trabajo y que su salario sea menor (discriminación que se apoya en el papel secundario de la mujer en el catolicismo), o que España sea una sociedad muy consumista, al haberse liberado en parte de las privaciones previas, del catolicismo impuesto en el franquismo…
Existen desigualdades por razón de renta, de género, y también por razón de edad. Ya hemos dicho que los viejos tienen menos opciones para elegir. Pues bien, viejos seremos todos, con poder adquisitivo relativo, ordenados en distintas clases sociales según nuestros logros en esa escala, en un marco aparentemente democrático. La cuestión es cuántos llegaremos de verdad a ser viejos. ¿Cuántas personas seremos en un futuro los olvidados por esta sociedad consumista, y por ende por la publicidad? Pues si las cosas siguen así, es decir, jóvenes haciendo botellón y drogándose: pocos. La sociedad es “jóven” en sus miras, pero los jóvenes son los que menos miran por ellos. Las campañas de concienciación apenas tienen calado en esta sociedad. No sólo es que morirán por destrozarse los riñones, hígado y demás. Sino que no tendrán descendencia. Y otra vez, a las pruebas me remito por desgracia: http://www.heraldo.es/noticias/sociedad/el_los_jovenes_podria_tener_problemas_fertilidad_por_baja_calidad_semen.html

La solución al problema lo plantea la doctora al final del artículo: la doctora López Teijón aseguró que "lo único" que mejora la calidad del semen en individuos sanos y sin problemas es "eyacular mucho, solo o acompañado", porque de esa manera se eliminan los espermatozoides muertos”.

Y nuestra sociedad, con sus múltiples líderes de opinión, continúa ciega hacia el futuro. Otro ejemplo de refuerzo de un grupo social (que a la larga provoca frustración en la sociedad) es el de la postura del Vaticano respecto a esto. Véase: http://www.cadenaser.com/sociedad/articulo/iglesia-insiste-masturbarse-pecado/csrcsrpor/20060410csrcsrsoc_1/Tes
El Papa, como director de comunicación de esta institución, se está ganando adeptos gracias a esto. Nótese la ironía.
Es una sociedad con enfrentamientos morales, tanto en la sexualidad como en el matrimonio o el aborto. Sociedad a la que llegan nuevas ideas gracias a la inmigración. Sociedad con una desigualdad en las coberturas sociales, estando la jubilación como forma de cargar a los jóvenes el pago de la deuda social. Jóvenes con escasa disponibilidad económica que intentan evadirse de esta realidad mediante prácticas peligrosas. Jóvenes que recelan de sus antecesores que no han sabido procurarles un futuro digno. Ni tan siquiera la universidad garantiza un puesto de trabajo, dada la escasa inversión en puestos de trabajo cualificados en este país.
España era una sociedad de consumo que vivía en una burbuja, espoleada por la caída del franquismo y sin un control asociacionista adecuado. El egoísmo de los individuos, la demostración de poder en el marco de libertad democrática, a través de la riqueza personal, ha llevado a este país a los mayores escándalos de corrupción pública. Y la publicidad política ha sido utilizada para encubrir y manipular a los votantes. Hasta el punto de que se habla de integración de los inmigrantes, en ambos bandos de la política española (que sirven de legitimación ideológica), cuando éstos tienen contratos que no cumplen con el salario mínimo interprofesional fijado por ley (ley que legitima la desigualdad de las clases sociales españolas al haber un mínimo de acuerdo al estado de bienestar). Inmigrantes que no se quejan de su situación debido a la relación de sumisión al poder que mantienen con los terratenientes, los dueños de las tierras. Y no se quejan, en parte, porque el escaso acceso que poseen (y que les brinda el gobierno y los ciudadanos dada su poca preocupación) al conocimiento les impide una reflexión y agrupamiento mayor para solucionar su desigualdad. Lo que al final les lleva a no integrarse, tal como se ve en la película “La clase” de Laurent Cantet. El español acusa al inmigrante de la situación en crisis, porque lo ve como un rival, alguien que pone en duda su posición superior de poder, cuando no se da cuenta de que el inmigrante ocupa puestos de trabajo que el español rechaza ocupar.

Sinceramente, hay que plantear una buena estrategia de comunicación para solucionar el problema de la pérdida de valores y de moral a la que ha conducido la sociedad de consumo. La sociedad que olvida a los ancianos. La misma que lleva a los jóvenes a destruir sus cuerpos, drogándose en exceso como las estrellas mediáticas actuales (Amy Winehouse, Charlie Sheen, actores de Skins…), para sentirse identificados con un grupo dado que están adscritos a la clase social sin poder adquisitivo propio. La misma pérdida de valores que lleva a la iglesia a buscar el enfrentamiento entre clases mediante lecturas simplonas de la biblia. Hay que ver que el problema no está en el uso del condón o no, sino en las causas de fondo que conllevan al uso mayoritario del condón. Lo que de verdad importa analizar es que en las empresas se siga priorizando a los hombres respecto a las mujeres, dado que ellas pueden quedarse embarazadas. Que el salario actual de las personas reduzca el crecimiento demográfico dado que las familias no se pueden permitir tener 2 hijos o una vivienda. Problemas relacionados con la sociedad de consumo en la que estamos inmersos, la cual abre más las puertas a la libertad cuando hay mayor crecimiento económico, buena representación política… El objetivo es lograrlo. Y no es un objetivo fácil.
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Joaquín Muñoz D'Ocón